El objetivo del premio no es alimentar, sino informar. Cuantas más repeticiones haya, más sólido será el aprendizaje.
Un tip útil: muchos entrenadores utilizan parte de la ración diaria del alimento del perro como premio, lo cual mantiene el equilibrio entre nutrición y entrenamiento.
Frecuencia: el tiempo del premio importa más que la cantidad
Cuando un perro está aprendiendo algo nuevo, el timing es clave.
Premiar justo después del comportamiento correcto refuerza la asociación entre la conducta y la recompensa.
- Al inicio, premia cada logro correcto.
- Cuando ya entienda lo que se espera, puedes espaciar los premios y alternarlos con caricias, elogios o juego.
Esto mantiene el entusiasmo del perro sin generar dependencia. Además, refuerza su motivación interna: aprende a disfrutar del proceso, no solo del premio.
Calidad: el premio también enseña
El refuerzo que elijas influye directamente en la calidad del entrenamiento. Un buen premio debe ser:
- Rico
- Fácil de manipular
- Seguro
- Adaptado al tamaño del perro
Pero también debe tener sentido dentro del proceso. Un premio demasiado duro, grande o que requiera mucho tiempo para masticarlo interrumpe el flujo de la sesión. En cambio, premios suaves o el mismo alimento del perro permiten avanzar sin pausas.
Cada sesión de entrenamiento no es solo práctica: es una oportunidad para construir confianza, atención y disfrute mutuo.